Conocí al equipo de baloncesto en silla de ruedas “Fénix”, después de la repentina muerte de su joven capitán, Renato Suazo. Tenía 37 años. La vida de Renato se convirtió en una gran fuente de inspiración para todos los que lo conocieron, ya que con su fuerza y determinación, animó a muchos a no dejarse vencer por sus discapacidades físicas.
El legado inmortal de Renato me inspiró a documentar la lucha de los atletas que practican este deporte en nuestro país, Honduras. Sus historias me han marcado profundamente, haciéndome sentir como propias sus victorias y derrotas.
Y aunque sus experiencias son tan diferentes una de la otra, son idénticas en un aspecto: Ante la adversidad, decidieron no rendirse.